Días pasados (15-11-2020) la Parroquia de Renueva perdía una feligresa, Dª Rosalía de la Huerga Huerga, para muchos Rosi, como muestra de cariño y cercanía con la persona; fallecía en Zamora, donde residía desde que una caída le causó la rotura de una cadera.
Nacida en el vecino pueblo de San Cristóbal de Entreviñas; pasaría la mayor parte de sus años en Benavente adonde se trasladó con sus padres, Secundino y Teresa, a la casa que construyeron, con todas las dependencias necesarias
Dª Rosalía pertenecía a ese colectivo de maestras nacionales que ejerció la docencia en el medio rural, en la hoy llamada “España vaciada”, más bien, la España abandonada y olvidada; eran tiempos de pizarra, cartilla y catecismo; escuela donde se memorizaba la tabla de multiplicar número a número, la escritura era un arte de la caligrafía y la mejor calefacción era la lata con carbón; los niñas y niños jugaban en los recreos, sí los había, a las tabas, la semana, canicas o pídola.
Esta mujer, con pros y contras, como todo ser humano, pues la grandeza de las personas está en ofrecer a los demás lo mejor que tenemos de nosotros; y así lo hizo, fue una incondicional colaboradora con esta Parroquia; perteneció al Coro Parroquial; de su mano estuvieron durante años los paños del altar que cuidaba con extrema delicadeza; su sentido del orden se reflejaba hasta en la numeración de las piezas del Palio; su pulcra caligrafía se deja ver en los libros parroquiales, pues se encargaba del registro de la actividad parroquial (bautismos, comuniones, etc.); mientras su voz se lo permitió, fue la encargada del rezo diario del rosario. Con una memoria envidiable, recordaba celebraciones tradicionales con motivo de fiestas o novenarios, patrimonio y donaciones.
Sobre esta interminable actividad destaca su labor de catequista, que junto con su hermana Concha, ha realizado a lo largo de los años. Cientos y cientos de niñas, niños y adolescentes pasaron por sus manos en la preparación de la primera comunión y confirmación; muchos recuerdan aquellos dulces y chocolate que preparaban para tomar en el Centro Parroquial después de haber recibido la primera comunión.
Al Cristo de la Salud y a la Virgen del Carmen, Madre del Carmelo, las dos devociones de profunda tradición en la ciudad y en esta parroquia, elevamos nuestras oraciones por su alma y la de todas aquellas personas, conocidas o anónimas, que han fallecido a causa de la situación sanitaria por la que estamos atravesando, para sus familiares nuestro cariño y consuelo, para ellos nuestro recuerdo eterno. Descansen en paz.
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